Vi un total de tres veces a mi madre
en los dos años que duró la enfermedad
que se llevó a la única persona que me amaba
incondicionalmente.
Me quedé muda cuando alguien
preguntó qué tenía. Tuve que decir no es grave,
se va a curar, tuve que decir los doctores no están
seguros,
todo menos cáncer.
Un mediodía la vi recogiendo sus mechones de cabello,
se cayeron cuando los peinaba con cuidado en un
intento
por cubrir su calvicie lo más que se pudiera.
Los vi caer a los pies del pequeño templo
que hay debajo de un espejo de cuerpo entero en su
habitación.
Recogió los mechones y entrelazó sus manos
rezando, con los puños bien cerrados.
No sé qué pidió ese mediodía mientras rezaba
¿Pidió por la cura de su enfermedad?
¿Pidió que le volviera a crecer el pelo?
Creo que dijo que nunca le pase algo así a mi hija.
Que el pelo de mi hija crezca,
que viva, que viva mucho más que yo.
Poco después de su partida, revisé todos sus
expedientes.
Escaneos, resonancias magnéticas, radiografías, revelación
de tumores que matan
en un cuerpo que da vida.
Leí cada uno de los reportes, descifré su ciencia
descenso de corpúsculos rojos, recetas de Tarceva
antiácidos y antidepresivos,
índice de radiación, catarsis de quimioterapia,
dosis de fármacos, diarios del deterioro.
Aprendí y hablé el idioma del cáncer,
con la esperanza de que ella volviera
porque por fin había reconocido
su sufrimiento y su nombre.
He adoptado esta ciencia y la he hecho mía, cada vez
que toso, voy a WebMD y tecleo mis síntomas
un sarpullido que pica o una mancha debajo del ojo,
absorbo
más ciencias para aprender sobre nuevas enfermedades
que tal vez podrían unirme a ella
me toco como dice la revista
en busca de masas o bultos extraños
pero sólo tengo un corazón hinchado
y una inflamada sensación de pérdida
que ningún examen de sangre puede diagnosticar
La ciencia de la pérdida
se pierde en mí
Versión al español: Brianda Pineda Melgarejo
The science of loss
Preeti Vangani
I saw my mother for a total of three times
over the two years that she suffered from a disease
that took away the one person who loved me unconditionally.
I couldn’t gather words in my mouth, when someone
asked me what she was suffering from. I’d say it’s not serious,
she’s getting better, I’d say the doctors are still unclear
but never say cancer.
One noon I saw her collecting her locks of hair,
fallen when she tried combing them out thinly
to cover as much baldness as she could.
I saw them fallen in the feet of the little temple
that lies below a full-length mirror in her room.
She gathered up those clumps and folded her palms
in prayer, with her fists holding them tight.
I don’t know what she asked for, that noon in prayer
did she ask for this illness to recede?
did she ask for her hair to grow back?
I think she said, nothing like that ever happen to her daughter.
May my daughter’s hair grow long,
may she live long, may she live much longer than me.
Soon after she left us, I opened all of her files.
Scans, MRIs, X-rays, exposing life-taking tumors,
on a life-giving body.
I read each one of the reports, decoding their science
dropping of blood corpuscles, prescriptions of Tarceva
anta-acids and anti-depressants,
rate of radiation, catharsis of chemotherapy,
dosage of drugs, diaries of deterioration.
I learnt and spoke the language of cancer,
in hope that she might come back
because I had finally acknowledged
her suffering and its name.
I have taken this science and made it my own, every time
I cough, I go to WebMD and key in my symptoms,
an itchy rash or an under eye spot, absorbing
more sciences to learn about new diseases
that could potentially connect me to her
I touch myself like the magazine says
to look for odd lumps and swellings
But all I have is a swollen heart
and an inflamed sense of loss
no blood test can diagnose
The science of loss
is lost in me