a partir de Solmaz Sharif
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Querido K,
¿Has soñado con granadas esta semana? Siempre hablabas
del reflejo de los granados en los ojos de tu abuelo. Si la historia es una
mujer de manos suaves sirviendo té negro, entonces que haya luz de sol, un
sillón blandito, un joven palestino que entra por primera vez a su casa. ¿No es
maravilloso? Que la mujer sea judía, sin que haya nada político en la forma en
que anhela la seguridad de su hijo, ni tampoco en los años transcurridos entre
1948 y 1974, años que tu abuelo pasó llorando la tierra que usó para plantar
aquellos granados. En esta versión de la historia, hay algo de perdón. Ven,
ven, ella te llama. Todo cambiará. Tal vez le recuerdes a su hijo, tienes
su misma tez aceitunada. Tú entra.
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Querido K,
Esto es real. Me cuentas historias. Repites ¿entendiste?
y ¿me oyes? como si no te creyera. Odias la forma en que interrumpo Al
Jazeera, la forma en que hago preguntas. Tu cuerpo está hundido en nuestro
desgastado sillón beige. Cada hora que hablamos me pregunto si alguna vez harás
contacto visual. ¿Me mirarás? Los hábitos palestinos mueren porque los
cuerpos palestinos están muriendo: están muertos. Pasa todos los días. Les
importa un carajo tu abuelo, cómo pasó muchos de sus días mirando el techo,
inhalando humo de cigarro, dependiendo de las Naciones Unidas para comer, para
refugiarse. Año tras año, tú revoloteabas a su alrededor: inquebrantable.
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Querido K,
En una foto, estás a su lado, con una pequeña sonrisa,
pantalones de vestir y un suéter. Me dijiste una vez que él te quitaría el
miedo a golpes. ¿Es por eso que tienes una historia de hostilidad? Mi
mamá dice que le escribías cartas de amor. Ella rompió todas y cada una de las
notas que le diste y luego las quemó. Este conflicto continúa. Me
pregunto cuánto de ti había en esas páginas.
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Querido K,
Imagina un día en la vida de un niño palestino de 13
años, lo llamaré . arroja una piedra a un tanque israelí
porque Israel sólo autoriza que los residentes de Gaza tengan entre dos y
cuatro horas de electricidad al día. Un soldado israelí atrapa a , lo pone frente a un muro y amenaza con
dispararle. piensa en las nubes, en
lo mucho que le gustaría saludarlas algún día. eras tú, eres tú. En un sueño, mi
bisabuela huye de su casa, con una olla sobre la cabeza para protegerse del
sol. Quizás si hubiera tenido menos sed de tu amor éste sería más grande, más
fuerte, más profundo.
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Querido K,
¿Recuerdas los frutos de cactus que siempre traías a
casa? La cáscara del fruto del cactus tiene cientos de espinas como pelillos
que se esconden bajo su superficie. Siempre sabías el lugar exacto que debía
cortar la hoja del cuchillo para abrir la parte dulce del fruto. ¿No es eso el
amor?
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Las partes en cursiva de este poema están tomadas del
discurso del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Asamblea
General de la ONU de 2016, el 22 de septiembre de 2016.
the shell of a cactus fruit, noor hindi
after Solmaz Sharif
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Dear K,
Have you dreamt of pomegranates this week? All the time you would talk of the pomegranate trees that reflected from your grandfather’s eyes. If history is a woman with gentle hands pouring black tea, let there be sunlight, a soft chair, a young Palestinian boy entering his home for the first time. How remarkable is that? Let the woman be Jewish, and let there be nothing political about the way she yearns for her son’s safety, about the years between 1948 and 1974, years your grandfather spent mourning the dirt he used to plant those pomegranate trees. In this version of history, there is some forgiveness. Come in, come in she beckons you. Everything will change. Maybe you remind her of her son, how you both share the same olive-skinned complexion. You enter.
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Dear K,
All this is real. You tell me stories. You repeat did you get that? and do you hear me? like I won’t believe you. You hate the way I interrupt Al Jazeera, the way I ask questions. Your body is collapsed on our tired beige couch. Every hour we talk makes me wonder if you’ll ever make eye contact. Will you look at me? Palestinian habits die because Palestinian bodies are dying -- are dead. It happens every day. They couldn’t care less about your grandfather, how he spent so many of his days staring at a ceiling, inhaling cigarette smoke, relying on the United Nations for food, for shelter. Year after year, you hovered around him -- unbreakable.
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Dear K,
In a photo, you stand next to him, wearing a small smile, dress pants, and a sweater. You told me once that he would smack fear right out of you. Is this why you have a history of hostility? Mom says you wrote love letters to her. She ripped each and every note you ever gave her, then burned them. This conflict rages. I wonder how much of you existed in those pages.
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Dear K,
Imagine a day in the life of a 13-year-old Palestinian boy, I’ll call him . throws a rock at an Israeli tank because Israel will not allow more than two to four hours of electricity a day for residents in Gaza. An Israeli soldier catches , lines him up in front of a wall, then threatens to shoot. thinks about clouds, how he’d one day like to greet them. was you, is you. In a dream, my great-grandmother flees her home, a pot held over her head to keep from the sun. Perhaps if she had thirsted a little less your love would be greater, stronger, more profound.
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Dear K,
Remember the cactus fruits you would always bring home? The shell of the cactus fruit has hundreds of hair-like thorns hiding under its surface. You always knew the exact place the blade of the knife must slice to open the sweet part of the fruit. Is that not love?
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The italicized parts of this poem are taken from Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu’s speech at the 2016 UN General Assembly on September 22, 2016.