Historia de una tina
Por Sylvia Plath
La cámara fotográfica del ojo
registra paredes desnudas y pintadas, mientras una luz eléctrica
pone al rojo vivo los nervios cromados de la tubería;
qué pobreza asalta al ego; atrapado
y desnudo en el cuarto simple y real,
el extraño en el espejo del lavabo
sonríe abiertamente, repite nuestro nombre
y escrupulosamente refleja el terror conocido.
¿Qué tan culpables somos cuando el techo
revela una ausencia de grietas por descifrar? ¿O cuando
el lavabo afirma que no hay llamamiento más sagrado
que la ablución física, y la toalla
niega secamente las caras de duendes feroces
ocultos entre sus pliegues? ¿O cuando la ventana,
ciega de vapor, no admite la oscuridad
donde velamos nuestras perspectivas en sombras vagas?
Veinte años atrás, la tina familiar
engendró una vasta serie de augurios; pero ahora
en las llaves de agua no hay peligro; cada cangrejo
y pulpo --- arañan solo más allá de lo visible,
esperando alguna fractura accidental
del ritual, para atacar --- ha desaparecido;
el auténtico mar los niega y atacará
la maravillosa carne hasta llegar al hueso puro.
Tomamos un baño; bajo el agua nuestros cuerpos
tiemblan, vagamente verdes, se estremecen lejos
del color natural de la piel; ¿pueden nuestros sueños
borrar acaso las intransigentes líneas que dibuja
la forma que nos aprisiona? La realidad absoluta
se impone aún cuando el ojo rebelde
está cerrado; la tina existe más allá de nuestras espaldas;
sus superficies deslumbrantes son blancas y verdaderas.
Mas urge siempre a los flancos rídiculos y desnudos
la fabricación de alguna prenda para cubrir
semejante crudeza; la precisión no lo es todo:
cada día exige que inventemos nuestro mundo entero,
disfrazando el horror constante en un abrigo de múltiples
ficciones a color; enmascaramos nuestro pasado
en el verde del edén al fingir que el fruto iluminado del futuro
pueda brotar del ombligo de un malgastado presente.
En esta tina peculiar, dos rodillas sobresalen
como icebergs, mientras diminutos cabellos castaños
se elevan sobre brazos y piernas en cintas de algas;
surca el chapoteo oscilante de los mares que rompen
en playas legendarias un verde jabón; en la fe
abordaremos el soñado barco y navegaremos salvajemente
por las islas sagradas de la locura hasta la muerte
destrozando estrellas fabulosas y haciéndonos reales.
Versión al español: Brianda Pineda Melgarejo
Tale of a tub
By Sylvia Plath
The photographic chamber of the eye
records bare painted walls, while an electric light
lays the chromium nerves of plumbing raw;
such poverty assaults the ego; caught
naked in the merely actual room,
the stranger in the lavatory mirror
puts on a public grin, repeats our name
but scrupulously reflects the usual terror.
Just how guilty are we when the ceiling
reveals no cracks that can be decoded? when washbowl
maintains it has no more holy calling
than physical ablution, and the towel
dryly disclaims that fierce troll faces lurk
in its explicit folds? or when the window,
blind with steam, will not admit the dark
which shrouds our prospects in ambiguous shadow?
Twenty years ago, the familiar tub
bred an ample batch of omens; but now
water faucets spawn no danger; each crab
and octopus -- scrabbling just beyond the view,
waiting for some accidental break
in ritual, to strike -- is definitely gone;
the authentic sea denies them and will pluck
fantastic flesh down to the honest bone.
We take the plunge; under water our limbs
waver, faintly green, shuddering away
from the genuine color of skin; can our dreams
ever blur the intransigent lines which draw
the shape that shuts us in? absolute fact
intrudes even when the revolted eye
is closed; the tub exists behind our back;
its glittering surfaces are blank and true.
Yet always the ridiculous nude flanks urge
the fabrication of some cloth to cover
such starkness; accuracy must not stalk at large:
each day demands we create our whole world over,
disguising the constant horror in a coat
of many-colored fictions; we mask our past
in the green of Eden, pretend future's shining fruit
can sprout from the navel of this present waste.
In this particular tub, two knees jut up
like icebergs, while minute brown hairs rise
on arms and legs in a fringe of kelp; green soap
navigates the tidal slosh of seas
breaking on legendary beaches; in faith
we shall board our imagined ship and wildly sail
among sacred islands of the mad till death
shatters the fabulous stars and makes us real.
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