miércoles, 16 de octubre de 2024

La cáscara del fruto de un cactus, Noor Hindi

 

                                                                                                    a partir de Solmaz Sharif

 

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Querido K,

 

¿Has soñado con granadas esta semana? Siempre hablabas del reflejo de los granados en los ojos de tu abuelo. Si la historia es una mujer de manos suaves sirviendo té negro, entonces que haya luz de sol, un sillón blandito, un joven palestino que entra por primera vez a su casa. ¿No es maravilloso? Que la mujer sea judía, sin que haya nada político en la forma en que anhela la seguridad de su hijo, ni tampoco en los años transcurridos entre 1948 y 1974, años que tu abuelo pasó llorando la tierra que usó para plantar aquellos granados. En esta versión de la historia, hay algo de perdón. Ven, ven, ella te llama. Todo cambiará. Tal vez le recuerdes a su hijo, tienes su misma tez aceitunada. Tú entra. 

 

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Querido K,

 

Esto es real. Me cuentas historias. Repites ¿entendiste? y ¿me oyes? como si no te creyera. Odias la forma en que interrumpo Al Jazeera, la forma en que hago preguntas. Tu cuerpo está hundido en nuestro desgastado sillón beige. Cada hora que hablamos me pregunto si alguna vez harás contacto visual. ¿Me mirarás? Los hábitos palestinos mueren porque los cuerpos palestinos están muriendo: están muertos. Pasa todos los días. Les importa un carajo tu abuelo, cómo pasó muchos de sus días mirando el techo, inhalando humo de cigarro, dependiendo de las Naciones Unidas para comer, para refugiarse. Año tras año, tú revoloteabas a su alrededor: inquebrantable.

 

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Querido K,

 

En una foto, estás a su lado, con una pequeña sonrisa, pantalones de vestir y un suéter. Me dijiste una vez que él te quitaría el miedo a golpes. ¿Es por eso que tienes una historia de hostilidad? Mi mamá dice que le escribías cartas de amor. Ella rompió todas y cada una de las notas que le diste y luego las quemó. Este conflicto continúa. Me pregunto cuánto de ti había en esas páginas.

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Querido K,

 

Imagina un día en la vida de un niño palestino de 13 años, lo llamaré     .     arroja una piedra a un tanque israelí porque Israel sólo autoriza que los residentes de Gaza tengan entre dos y cuatro horas de electricidad al día. Un soldado israelí atrapa a     , lo pone frente a un muro y amenaza con dispararle.     piensa en las nubes, en lo mucho que le gustaría saludarlas algún día.      eras tú, eres tú. En un sueño, mi bisabuela huye de su casa, con una olla sobre la cabeza para protegerse del sol. Quizás si hubiera tenido menos sed de tu amor éste sería más grande, más fuerte, más profundo.

 

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Querido K,

 

¿Recuerdas los frutos de cactus que siempre traías a casa? La cáscara del fruto del cactus tiene cientos de espinas como pelillos que se esconden bajo su superficie. Siempre sabías el lugar exacto que debía cortar la hoja del cuchillo para abrir la parte dulce del fruto. ¿No es eso el amor?

 

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Las partes en cursiva de este poema están tomadas del discurso del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Asamblea General de la ONU de 2016, el 22 de septiembre de 2016. 

















the shell of a cactus fruit, noor hindi

                                               

                                                                                                 after Solmaz Sharif

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Dear K,

Have you dreamt of pomegranates this week? All the time you would talk of the pomegranate trees that reflected from your grandfather’s eyes. If history is a woman with gentle hands pouring black tea, let there be sunlight, a soft chair, a young Palestinian boy entering his home for the first time. How remarkable is that? Let the woman be Jewish, and let there be nothing political about the way she yearns for her son’s safety, about the years between 1948 and 1974, years your grandfather spent mourning the dirt he used to plant those pomegranate trees. In this version of history, there is some forgiveness. Come in, come in she beckons you. Everything will change. Maybe you remind her of her son, how you both share the same olive-skinned complexion. You enter. 

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Dear K,

All this is real. You tell me stories. You repeat did you get that? and do you hear me? like I won’t believe you. You hate the way I interrupt Al Jazeera, the way I ask questions. Your body is collapsed on our tired beige couch. Every hour we talk makes me wonder if you’ll ever make eye contact. Will you look at me? Palestinian habits die because Palestinian bodies are dying -- are dead. It happens every day. They couldn’t care less about your grandfather, how he spent so many of his days staring at a ceiling, inhaling cigarette smoke, relying on the United Nations for food, for shelter. Year after year, you hovered around him -- unbreakable.

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Dear K,

In a photo, you stand next to him, wearing a small smile, dress pants, and a sweater. You told me once that he would smack fear right out of you. Is this why you have a history of hostility? Mom says you wrote love letters to her. She ripped each and every note you ever gave her, then burned them. This conflict rages. I wonder how much of you existed in those pages.

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Dear K,

Imagine a day in the life of a 13-year-old Palestinian boy, I’ll call him        .          throws a rock at an Israeli tank because Israel will not allow more than two to four hours of electricity a day for residents in Gaza. An Israeli soldier catches          , lines him up in front of a wall, then threatens to shoot.  thinks about clouds, how he’d one day like to greet them.          was you, is you. In a dream, my great-grandmother flees her home, a pot held over her head to keep from the sun. Perhaps if she had thirsted a little less your love would be greater, stronger, more profound.

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Dear K,

Remember the cactus fruits you would always bring home? The shell of the cactus fruit has hundreds of hair-like thorns hiding under its surface. You always knew the exact place the blade of the knife must slice to open the sweet part of the fruit. Is that not love?

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The italicized parts of this poem are taken from Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu’s speech at the 2016 UN General Assembly on September 22, 2016. 

sábado, 28 de septiembre de 2024

Más joven que la guerra, Mosab Abu Toha

 

(La siguiente nota y poema de Mosab Abu Toha fueron publicadas en The Atlantic el 9 de noviembre de 2023):

 

Escribí este poema el año pasado, reflexionando sobre mi infancia bajo la ocupación militar israelí. Ahora me encuentro en Jabalia, un campo de refugiados de las Naciones Unidas, con mi esposa y mis tres hijos. Leo para mí este poema y me pregunto si mis hijos serán capaces de escribir poemas sobre las bombas y explosiones que están viendo. Yo tenía 8 años la primera vez que vi un misil. Ahora mi hijo menor, que nació en Estados Unidos en mayo de 2021, está viviendo la tercera oleada de bombardeos israelíes. No sólo él, su hermano mayor y su hermana huelen la muerte a su alrededor; además, perdieron su casa en Beit Lahia hace 10 días. Afortunadamente no había nadie dentro. Mi hijo Yazzan, de 8 años, me pregunta: «¿Siguen vivos nuestros juguetes?».



Más joven que la guerra


Los tanques ruedan por el polvo, por los campos de berenjenas.

Camas destendidas, relámpagos en el cielo, el hermano

corre a la ventana para ver los aviones de guerra

volando entre nubes de humo

tras los ataques aéreos. Aviones de guerra que parecen águilas

en busca de una rama de árbol donde posarse o

recuperar el aliento, pero estas águilas de metal

atrapan almas en un tazón de sopa de sangre y huesos.

No hay necesidad de radio.

Somos las noticias.

Los oídos de las hormigas duelen con cada bala

disparada desde ametralladoras furiosas.

Los soldados avanzan, queman libros, algunos fuman

hojas enrolladas del periódico de ayer, igual que hacían

cuando eran niños. Nuestros hijos

se esconden en el sótano, de espaldas a los pilares de concreto,

con las cabezas entre las rodillas, los padres se quedan callados.

La humedad allí abajo, y el calor de las bombas ardiendo

se suman a la muerte lenta

de la supervivencia.

En septiembre del año 2000, después de comprar pan para la cena,

vi un helicóptero lanzando un misil

contra una torre tan lejos de mí como mis gritos de espanto

cuando escuché caer desde lo alto concreto y vidrio.

Las barras de pan se echaron a perder.

En aquel momento aún tenía 7 años.

Era décadas más joven que la guerra,

unos años más viejo que las bombas.


versión al español: Brianda Pineda Melgarejo













(The following note and poem by Mosab Abu Toha were published in The Atlantic on November 9, 2023):

 

I wrote this poem last year, reflecting on my childhood under Israeli military occupation. I’m now staying in Jabalia, a United Nations refugee camp, with my wife and three kids. I’m reading this poem to myself and wondering if my children will be able to write poems about the bombs and explosions they are seeing. I was 8 the first time I witnessed a rocket. Now my youngest child, born in America in May 2021, is living through the third wave of Israeli bombing. Not only are he and his older brother and sister smelling death around them; but they have also lost their house in Beit Lahia 10 days ago. Luckily no one was at home. My son Yazzan, who is 8 years old, asks me, “Are our toys still alive?”



Younger than war

Tanks roll through dust, through eggplant fields.

Beds unmade, lightening in the sky, brother

jumps to the window to watch warplanes

flying through clouds of smoke

after air strikes. Warplanes that look like eagles

searching for a tree branch to perch on,

catch breath, but these metal eagles

are catching souls in a blood/bone soup bowl.

No need for radio.

We are the news.

Ants’ ears hurt with each bullet

fired from wrathful machine guns.

Soldiers advance, burn books, some smoke

rolled sheets of yesterday’s newspaper, just like they did

when they were kids. Our kids

hide in the basement, backs against concrete pillars,

heads between knees, parents silent.

Humid down there, and heat of burning bombs

adds up to the slow death

of survival.

In September 2000, after I had bought bread for dinner,

I saw a helicopter firing a rocket

into a tower as far from me as my frightful cries

when I heard concrete and glass fall from high.

Loaves of bread went stale.

I was still 7 at the time.

I was decades younger than war,

a few years older than bombs.







lunes, 23 de septiembre de 2024

Piensa en los otros, Mahmoud Darwish

 

PIENSA EN LOS OTROS

 

 

Mientras preparas tu desayuno, piensa en los otros

   (no olvides la comida de la paloma).

Mientras estás en guerra, piensa en los otros

   (no olvides a los que buscan la paz).

Mientras pagas el recibo del agua, piensa en los otros

   (en los que se alimentan de las nubes).

Mientras vuelves a casa, a tu hogar, piensa en los otros

   (no olvides a la gente de los campos).

Mientras duermes y cuentas las estrellas, piensa en los otros

   (los que no tienen dónde dormir).

Mientras te liberas metafóricamente, piensa en los otros

   (los que perdieron el derecho a hablar).

Mientras piensas en los que están lejos, piensa en ti mismo

   (di: "Ojalá fuera una vela en la oscuridad").


versión al español: Brianda Pineda Melgarejo
















THINK OF OTHERS
MAHMOUD DARWISH

 

 

As you prepare your breakfast, think of others

   (do not forget the pigeon’s food).

As you conduct your wars, think of others

   (do not forget those who seek peace).

As you pay your water bill, think of others

   (those who are nursed by clouds).

As you return home, to your home, think of others

   (do not forget the people of the camps).

As you sleep and count the stars, think of others

   (those who have nowhere to sleep).

As you liberate yourself in metaphor, think of others

   (those who have lost the right to speak).

As you think of others far away, think of yourself

   (say: “If only I were a candle in the dark”).